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Como llego a fin de mes: 3

De adentro hacia afuera.




Cuando hablamos de llegar a la meta de la prosperidad integral debemos comenzar parafraseando a Albert Einstein. Él diría que: «los problemas económicos que confrontamos hoy no los podremos resolver con el mismo nivel de pensamiento que nos llevaron a tener esos problemas en primera instancia.»


Dicho en otras palabras: La única manera de mejorar nuestra situación económica actual es el movernos hacia un nivel de ideas y valores más altos de aquél nivel de ideas y valores que nos llevó hasta el lugar en el que nos encontramos hoy en día.

Todos quienes han sufrido bajo el rigor de las dietas saben que matarse de hambre para bajar dos o tres kilos en una semana no sirve de mucho. Lo mas probable es que los kilos vuelvan a nuestra vida (y a nuestro cuerpo) un par de semanas más tarde. Para bajar de peso una vez y para siempre, hace falta un cambio más profundo en nuestro estilo de vida. Necesitamos comenzar a ver la comida y a vernos a nosotros mismos en forma diferente. Ello nos llevará a establecer una nueva relación entre nosotros y los alimentos que ingerimos.


Al establecer esa nueva relación, también estableceremos nuevos patrones de selección de las comidas y nuevos patrones de cocción. Una vez establecidos esos nuevos patrones, nuestro cuerpo reaccionará positivamente al cambio y bajaremos de peso para nunca más volver a ganarlo. La razón primordial del éxito no fue el haber hecho una dieta. Esta vez hemos logrado controlar nuestro peso por el resto de nuestras vidas.


Ese cambio fue el resultado de un cambio filosófico interior seguido por un cambio de comportamiento externo que nos llevó a lograr la meta que teníamos por delante.


La literatura del ser y del hacer.


Stephen Covey, autor de "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva" dice que durante los últimos 200 años de literatura norteamericana sobre el tema de cómo alcanzar el éxito en la vida, los primeros 150 apuntan primordialmente al carácter personal como la fuente de la cual surgirían los elementos necesarios para triunfar. Es lo que Panasiaux llama «la literatura del ser».


En su best seller «Trust», Francis Fukuyama explica que uno de los grandes secretos para el éxito de la economía norteamericana es el paquete de valores que estos colonizadores llevaron consigo al nuevo mundo. Parte de este paquete fue la adopción de una administración «horizontal» del país, una fuerte creencia sobre el trabajo en cuanto a su responsabilidad personal y como una expresión de fidelidad, el concepto de la integridad y la honestidad. La literatura del ser, según Covey, apunta primordialmente a moldear nuestro carácter. A tocar temas como la integridad, la humildad, la fidelidad, la valentía, el honor, la paciencia, el trabajo industrioso, la modestia y la simplicidad.


Es interesante, que son justamente, ese tipo de consejos los que escribe a su heredera en sus famosas «Máximas para mi hija» Don José de San Martín, el famoso libertador argentino.


Sin embargo y por otro lado, desde los años 1940 en adelante se nota un incremento considerable de una literatura del éxito superficial, muy orientada a los procesos. El éxito, entonces, comienza a depender de la personalidad, de las actitudes, del comportamiento. El énfasis en esta literatura, según Covey, tiene dos áreas fundamentales. Por un lado, se enseña al lector cómo manejar las relaciones interpersonales y, por el otro, se le enseña a tener una actitud mental positiva. Esta es la literatura que Panasiaux llama «la literatura del hacer».


El problema es que, al parecer, nuestras sociedades se han olvidado de la literatura que apunta hacia la formación de nuestro carácter, para enfatizar primordialmente en la que apunta hacia los procesos y técnicas pragmáticas. Eso es normal en nuestro continente: absorbemos todo lo que viene del norte sin filtros ni anestesias. La literatura del hacer nos deja con una sensación de estar vacíos, nos enseña a crear una máscara exterior y a aparentar lo que no somos con el fin de obtener los resultados que queremos. Estos procesos no son permanentes, como tampoco lo son sus resultados.


Aquí, entonces, hay otro de los principios «P»: cuando hablamos de economía, negocios o finanzas, el ser es mucho más importante que el hacer.

Es por eso que a lo largo del libro el foco principal es el producir en ti, un cambio de personalidad. Cambiar interiormente para que ello cambie tu comportamiento. Darte un nuevo ser para que impacte tu hacer.


Prepárate para cambiar.


Fuente: Como llego a fin de mes, Andrés Panasiaux

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