En la película “Lawrence de Arabia”, Thomas Edward Lawrence, asesor militar y diplomático enviado por el ejército británico para evaluar la situación y el estado de las relaciones con su aliado árabe el príncipe Faysal, consigue convencerle para cruzar con 50 de sus guerreros beduinos el desierto de Nefud a fin de sorprender por la espalda, en Áqaba, a su enemigo turco. Acción considerada inviable por el ejército beduino; un suicidio, debido a las extremas condiciones que habrán de soportar durante su tránsito por aquel infernal paraje.
Cuando extenuados terminan la travesía de la parte más dura y severa del desierto de Nafud conocida como “El yunque del sol”, descubren consternados que uno de los camellos vaga sin jinete; se trata del de Gasim, uno de los guerreros beduinos que cayó y se perdió durante la noche. Entonces, Lawrence decide regresar en su rescate a pleno sol, por lo que el jerife Alí trata de impedírselo alegando que la suerte de Gasim ya está decidida: ¡Está escrito! – Le espeta. Lawrence, irritado y desafiante desatiende el argumento de Alí, se interna de nuevo en el desierto, y se encamina en busca de Gasim.
Lawrence lo encuentra tendido sobre el tórrido suelo, inconsciente, pero vivo, y consigue regresar con él y dejarlo a salvo en el campamento. ¡Nada está escrito! – Es la réplica de Lawrence al jerife Alí.
En un interesante artículo en la Tercera de hace ya tiempo: “Adáptate para sobrevivir al Valle de la Muerte”, dos muy respetables académicos y empresarios nos dan algunos consejos acerca de cómo enfrentar el primer ciclo de alta incertidumbre que debe enfrentar todo emprendedor.
Quienes hemos transitado este ciclo inicial, con fracasos y éxitos, y que muchos sitúan en los primeros 2 años de desarrollo, no podemos dejar de valorar todos los esfuerzos que permitan sistematizar valiosas experiencias en esta materia; sirven como herramientas de utilidad para quienes comienzan en estas lides, y disminuir los errores propios a los riesgos de un conjunto de eventos que se presentan con mucha fuerza durante este ciclo.
Hablar del Valle de la Muerte parece algo negativo per sé, ya que nadie muere en este intento, al menos, no por esta razón. Prefiero pensar, más bien en un ciclo profundamente transformador, que no obstante pueda “matar” la primera iniciativa en esta materia, no mata la luz que alimenta a todo emprendedor, y que lo anima, una y otra vez, a dibujar una nueva hoja de ruta, ya que es en esta incesante búsqueda donde encontrará probablemente su verdadera misión en este campo.
Una de las cuestiones más relevantes a tener en cuenta por todo emprendedor, es escuchar su verdadera vocación de largo plazo, no de una “oportunidad” puntual, o de tener que hacerlo porque no hay otra opción. Para mi, una buena iniciativa empresarial tiene mucho que ver con nuestra propia matriz de competencias, probablemente muy ligada a esta misión, tan personal y transformadora en sí misma.
Para este proceso de búsqueda personal y de largo aliento, al menos para quienes no hemos contado con empresas formadas en nuestras familias, o que fuimos ejecutivos empleados por largos años, ninguna hoja de ruta – aún con las mejores herramientas existentes hoy, evitará los errores y aciertos ligados –no al contexto de mercado o negocio,
si no, al contexto de nuestra verdadera respuesta a esta profunda motivación.
Es en esta fase de ensayo y error: personal, vocacional y motivacional, donde tenemos que tomar muy buenas decisiones (especialmente financieras), hasta alcanzar una respuesta maciza en esta línea. Esta respuesta, nos debe hacer todo el sentido del mundo y cerrar con todos nuestros ámbitos de interés, no sólo en el ámbito de los resultados financieros, aún cuando sea el que mejor explica la “sobrevivencia” del negocio.
Esta fase, más emocional y no racional, acciona de manera enormemente determinante las decisiones que explicarán el desarrollo de nuestro proyecto inicial. Quienes parecen, en la acepción coloquial “nacidos para tal cosa”, mas bien son personas que tienen resuelta esta vocación – la que los anima a superar cualquier obstáculo que se les presente en el camino, ya que entienden bien su norte final. Innegablemente en el camino lo perfeccionan y modifican, pero sin perder su sustento inicial, ya que es donde quieren estar y donde saben están sus reales capacidades y motivación.
Y es en este camino tan personal y revelador, donde tal como lo dijo Lawrence hace muchos años atrás, recordar que:
Nada está escrito!
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