Hace algún tiempo atrás Business Harvard Review publicó un artículo de Greg McKeown titulado: “The Disciplined Pursuit of Less”.
¿Por qué las personas y organizaciones exitosas no aumentan automáticamente su éxito?
Una explicación importante se debe a lo que McKeown llama: “la paradoja de la claridad”, que puede ser resumida en cuatro fases:
Fase 1: Cuando realmente tenemos claridad de propósito, que nos conduce al éxito.
Fase 2: Cuando tenemos éxito, este nos presenta más opciones y oportunidades.
Fase 3: Cuando hemos aumentado nuestras oportunidades, estas nos conducen a esfuerzos difusos.
Fase 4: Los esfuerzos difusos socavan la claridad que nos llevó al éxito en un comienzo.
Curiosamente, y en una exageración teórica, el éxito es un catalizador para el fracaso. Podemos ver esto en las empresas que fueran las divas de Wall Street, pero más tarde se derrumbaron. En su libro “How the Migthy Fall”, Jim Collins explora este fenómeno y descubre que una de las principales razones de estos fracasos fue el hecho de que las empresas cayeron en “la búsqueda indisciplinada por más.” Esto es cierto para las empresas y es cierto para las carreras individuales.
He aquí un ejemplo: Durante años, Enric Sala fue profesor en la prestigiosa Institución de Oceanografía en California. Pero no podía manejar la sensación de que la trayectoria de la carrera que estaba desarrollando era una falsificación al camino que realmente deseaba. Así, dejó la academia y se puso a trabajar para National Geographic; cosechó nuevos éxitos, con lo que se le abrieron nuevas y fascinantes oportunidades en Washington DC, por lo que nuevamente tuvo la sensación de que estaba cerca de la carrera correcta, pero esta no había llegado aún. Su éxito lo había distraído. Después de un par de años, él cambiaba de rumbo nuevamente, con el fin de ser lo que realmente quería: un explorador residente en National Geographic, destinando una porción significativa de su tiempo buceando en lugares remotos, y utilizando sus fortalezas en ciencia y comunicaciones para influir en la política a escala mundial. El precio de su trabajo de ensueño estaba diciéndole que no, a muchos de los buenos caminos paralelos que encontró durante su travesía.
¿Qué podemos hacer para evitar la paradoja claridad y continuar nuestro “momentum”?
He aquí tres sugerencias:
En primer lugar, utilizar criterios más rigurosos. Piense en lo que sucede a nuestro closet cuando utilizamos el siguiente criterio: “¿Hay alguna posibilidad de que me ponga esto algún día en el futuro” Nuestro closet generalmente se encuentra lleno de ropa que rara vez usaremos. Si nos preguntamos, “¿Realmente quiero esta prenda?”, entonces será capaz de eliminar el desorden y tener espacio para algo mejor. Podemos hacer lo mismo con nuestras opciones de carrera.
Mediante la aplicación de criterios más estrictos podemos aprovechar el sofisticado motor de búsqueda de nuestro cerebro. Si buscamos “una buena oportunidad”, entonces encontraremos decenas de alternativas a tener que escoger. En cambio, podemos realizar una búsqueda avanzada por la vía de tres preguntas:
a) “¿Qué es lo que realmente me apasiona”
b) “¿Qué nutre mi talento?”, y
c)”¿Cuál de estos responde a una necesidad importante para el mundo?”
Naturalmente no habrá tantas alternativas para ver, pero es el objetivo del ejercicio. No estamos buscando una gran cantidad de cosas buenas que hacer. Estamos buscando nuestro punto más alto de contribución.
Enric es uno de esos ejemplos relativamente raros de alguien que está haciendo un trabajo que él ama, que se nutre de su talento, y que sirve a una necesidad importante en el mundo. Su principal objetivo es ayudar a crear el equivalente de Parques Nacionales para proteger los últimos lugares vírgenes en el océano – una contribución significativa.
En segundo lugar, preguntar “¿Qué es esencial?“ Y eliminar el resto. Todo cambia cuando nos damos permiso para eliminar las cosas no esenciales. A la vez, tenemos la clave para desbloquear el siguiente nivel de nuestras vidas. Comience por: La realización de una auditoría de la vida. Todos los sistemas humanos se inclinan hacia el desorden. De la misma manera que nuestros escritorios se desordenan sin que queramos hacerlo, nuestras vidas se desordenan a través de muchas ideas bien intencionadas apiladas en el pasado.
La mayoría de estos esfuerzos no tienen fecha de caducidad. Una vez aprobados, ellos viven en nuestra mente a perpetuidad. Averigua qué ideas del pasado son importantes y persigue esas. Tira a la basura el resto.
Eliminando una actividad antigua antes de agregar una nueva. Esta simple regla asegura que no agreguemos una actividad que es menos valiosa que algo que ya estamos haciendo.
En tercer lugar, ten cuidado con el efecto de la posesión. Este se refiere a nuestra tendencia a valorar más un elemento una vez que lo poseemos. El mero hecho de la propiedad nos hace menos dispuestos a desprendernos de ciertos objetos. Piense en cómo un libro en su estante que no ha utilizado por años parece aumentar su valor en el momento que piensa compartirlo.
Tom Stafford describe una cura para este efecto. En lugar de preguntar, “¿Qué valoro de este artículo” nos deberíamos preguntar Si yo no poseo este artículo, cuánto pagaría hoy por obtenerlo? Lo mismo pasa con las oportunidades de carrera. No deberíamos preguntar: “¿Cuánto valoro esta oportunidad?”, Sino: Si yo no tuviera esta oportunidad, ¿cuánto estaría dispuesto a sacrificar para conseguirla?”
Si el éxito es un catalizador para el fracaso, ya que conduce a la “búsqueda indisciplinada por más”, entonces un simple antídoto es la búsqueda disciplinada de menos.
Diciendo no sólo No al azar, sino, a propósito, eliminando deliberadamente, y estratégicamente las cosas no esenciales. No sólo una vez al año como parte de un esfuerzo de planificación. No sólo para deshacerse de las pérdidas de tiempo obvias, sino, estar dispuesto a recortar oportunidades realmente buenas también.
Pocos parecen tener el valor de vivir este principio, que puede ser la razón que diferencia a las personas y las organizaciones exitosas de los muy exitosos.
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